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Luis Cardeña Gálvez
26/01/2005
TEMPORADA 1993/94: TOLEDO, 2 - REAL BETIS, 0.
 
 

TEMPORADA 1993/94: TOLEDO, 2 – REAL BETIS, 0.

Toledo, 2: Villalvilla; Lolo, Parada, Toño Castro, Quique, Moj, Marina, Dani, Paniagua, Moreiras (Catali, m.81), Pardina (Abel, m.68).

Betis, 0: Diezma; Cañas, Gordillo (Soler, m.54), Ureña, Olías (Balan González, m.46), Chirri, Juanito, Alexis, Roberto Ríos, Monreal, Aquino.

Goles: 1-0, m.30: Dani. 2-0, m.48: Paniagua.

Árbitro: Contador Crespo, del colegio vizcaíno.

Tarjetas: Moj, Pardina, Chirri y Alexis. Expulsados: Quique, Monreal y Roberto Ríos.

Incidencias: Municipal Salto del Caballo, de Toledo. Lleno, con cerca de 6000 espectadores, entre ellos más de 1000 seguidores béticos, que ocuparon prácticamente la nueva tribuna recién inaugurada. Partido disputado el domingo 27 de febrero de 1994. Jornada 26 del Campeonato Nacional de Liga de Segunda División.

Todos los aficionados del Toledo recordamos este partido y todo lo que rodeó al mismo, como “el partido de las camisetas”. Para empezar, el partido había sido declarado de alto riesgo, dada la gran afluencia de aficionados béticos que se desplazaron ese día hasta Toledo, con lo que las dotaciones policiales aumentaron espectacularmente sus efectivos para la ocasión.

Un partido de alto riesgo que estuvo a punto de no celebrarse y estallar por alguna de sus costuras por la cerrazón de unos y la intransigencia y la falta de tacto de otros. La presencia del Betis despertó gran expectación, ya que era un equipo, que por historia y tradición, había estado en numerosas ocasiones en Primera División, y no en la Segunda que ese año le tocaba “sufrir” por tercera temporada consecutiva. Además, contaba con el aliciente de ser uno de esos equipos denomimados “simpáticos”, que cae bien a todo el mundo (excepto para los del Sevilla, claro está), y creo que aquí en Toledo contaba con cierto grado de simpatía, por aquello de la afinidad de los colores de su indumentaria... definitivamente, a partir de aquel día dejó de tenerlas.

Y todo por la intransigencia de su entonces denominado Consejero Delegado (y hoy Presidente) Manuel Ruiz de Lopera, que había cogido al equipo en una situación muy difícil, como digo era su tercera temporada consecutiva en la Segunda División, y había efectuado un gran desembolso económico para devolver al Real Betis a la Primera División.

El Real Betis se presentaba en el Salto del Caballo dispuesto a jugar el partido con su camiseta habitual, verdiblanca a rayas verticales, variando su habitual pantalón blanco por el de reserva de color negro (el viejo aficionado bético que se sentó a mi lado durante el partido se maldecía continuamente diciendo que “su” Betis siempre perdía cuando “se ponía el calsón negro, que talmente parese que estamos de luto”). Antes del partido, el árbitro advirtió a los capitanes y a los delegados de ambos equipos que había coincidencia con los colores de la camiseta del Toledo, por lo que lo obligatorio era que el equipo visitante cambiara su indumentaria.

Y de aquí parte el problema, el Betis solamente trae en su equipaje un juego de camisetas, las verdiblancas de su indumentaria habitual, una falta de previsión que no se puede explicar en un equipo de su “categoría”; el árbitro pide al Toledo que les ceda su equipación reserva para que el partido se pueda disputar; y aquí viene la segunda parte del problema, la equipación reserva es de color... blanco. “Malaje”, clama don Manué, que por sus muertos, su Betis no se viste de “palangana” (acepción eufemística de su eterno rival, el Sevilla FC), y de ahí no se baja. El árbitro se lava las manos y comenta que si los equipos no se ponen de acuerdo, no comienza el partido.

La tensión es tremenda, el Salto del Caballo lleno hasta la bandera, y toda la afición ve que el partido se retrasa y no se da ningún tipo de explicación. El Delegado del Gobierno, Daniel Romero, le comenta al presidente del Toledo, Emiliano Carballo, que la responsabilidad de una suspensión y las consecuencias que ello pudiera acarrear cara a garantizar la seguridad era del Toledo. Además el palco de autoridades estaba lleno, en uno de los pocos partidos que recuerdo que asistiera al mismo el entonces Presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y hoy Ministro de Defensa, José Bono. Como digo, entre todas esas autoridades se intentó negociar con el Consejero Delegado del Betis, Manuel Ruiz de Lopera, mostrando siempre una prepotencia fuera de tono, que soliviantó a todo el mundo, hasta el punto que en el intermedio del partido fue expulsado del campo.

Así estaban las cosas, la pelota estaba en el tejado del Toledo, y había que tomar una decisión, y rápido, porque el inicio del partido no se podía demorar más, así que la buena predisposición de la directiva toledana fue decisiva para evitar la suspensión del partido “por el bien del Toledo”. Emiliano Carballo, presidente del Toledo hablaba de querer evitar problemas: “He tenido que dejar el corazón. Los colores hay que llevarlos en el corazón”.

De esta manera era el Toledo el que cedía “sus colores” y aceptaba jugar el partido con su camiseta reserva, la de color blanco, la que anteriormente había rechazado el Betis, pareciéndose a un encuentro de la NBA, dónde es el equipo local el que cambia su indumentaria habitual, vistiendo siempre una de color blanco.

Recuerdo que unas temporadas antes, concretamente en la temporada 1990/91, cuando el Toledo militaba en Segunda B en el grupo de equipos andaluces, visitaron el Salto del Caballo el Atlético Sanluqueño y el filial del Betis, el Betis B, con idénticos colores en sus camisetas. En esa ocasión el Toledo les cedió su camiseta suplente, que era de color azul celeste, y ambos partidos se disputaron con el equipo rival vistiendo la equipación reserva del Toledo, y no pasó nada, nadie se rasgó las vestiduras.

Cuando parecía que todo estaba solucionado, ambos equipos saltan al terreno de juego, pero el Toledo lleva su camiseta verde habitual, pero era sólo para hacerse la foto de rigor, una vez efectuado este trámite, los jugadores toledanos vuelven al vestuario para cambiarse de camiseta y saltar definitivamente al terreno de juego, ante el consiguiente enfado de todos los aficionados toledanos que esa tarde nos habíamos dado cita en el Salto del Caballo y no entendíamos qué es lo que estaba pasando.

¿Y el partido?, parece ser que todo este lío espoleó al Toledo y hundió en un total aturdimiento al Real Betis, porque desde un primer momento los jugadores toledanos se “merendaron” a su rival, que afrontaron el partido con los brazos caídos.

El juego se volvió tenso, fuerte, tanto como en la grada, nerviosa e irritada. El Betis no podía salir de la presión toledana y tenía imposible intentar cualquier ataque sobre la portería de Villalvilla. Marina, en el minuto doce de falta directa, mandó al palo izquierdo de la portería defendida por Diezma y un minuto después Paniagua elevó en exceso un balón sobre la portería bética.

El “Toro” Aquino, con el apoyo de Gordillo, era una isla en el ataque bético, que tuvo que emplearse con dureza para impedir los ataques de Moreiras y Pardina, dirigidos por Marina y un inconmensurable Pedro Parada. Dani falló una clara ocasión en la misma línea de gol en el minuto 24, en un córner que peinó Pardina, pero no perdonó a la media hora, en una jugada iniciada por Moj, con pase atrás para Pardina, que manda a Paniagua y éste atrás a Dani, que controla y cruza a la red.

Y en el minuto 48 nuevo gol del Toledo, en un contragolpe llevado por Pardina, que mete para Paniagua, que bate por bajo a Diezma. Este gol destrozó la hipotética reacción del rival, y ya con inferioridad numérica, por las expulsiones de Monreal y Roberto Ríos, y perdiendo por dos a cero, el Betis se entregó definitivamente ante un Toledo mucho más motivado, y que en las postrimerías del partido gozó de claras ocasiones de gol para haber aumentado el marcador.

El entrenador hasta este partido del Betis era Segio Kresic, y creo recordar que tras esta derrota fue destituído de su cargo, ocupando su lugar Lorenzo Serra Ferrer, que fue un revulsivo para los béticos, ya que de su mano consiguieron el ascenso a Primera División.

Tras este partido quedaban doce jornadas para la conclusión del campeonato, y el Toledo se encaramaba a la cuarta posición de la clasificación, con 32 puntos, una situación de privilegio, que sería la que finalmente ocuparía al final del campeonato, y que le daría opción de jugar la promoción de ascenso. Por su parte, el Real Betis ocupaba la octava plaza con 29 puntos, pero reaccionó a tiempo en los últimos partido, y como he dicho anteriormente, ascendió a Primera División, al ocupar al final de la temporada la segunda plaza en la clasificación.


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