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Luis Cardeña Gálvez
23/04/2018
TEMPORADA 1987/88: FUENSALIDA 0 - TOLEDO 0.
 
 

TEMPORADA 1987/88: FUENSALIDA 0 - TOLEDO 0


El “dictador” Rodríguez Torrico se “impuso” a Fuensalida y Toledo

Crónica realizada por J. Eloy García Orozco, publicada en el diario “Ya” el 22 de diciembre de 1987



Buena entrada en el Municipal El Parque, con medio día del club –parecía entero, porque la general costó 700 pesetas y los socios abonaron 500- y 550.000 pesetas de recaudación, según fuentes oficiales. Terreno blando, pero en buen estado, tarde con temperatura más que agradable.

Alineaciones

Fuensalida:
Gómez, Maya, Salido, Muñoz, Martín, Balmori, Borja (García Baratas, m.46), Javi (Ángel, m.63), Lupo, Sarraseca y Almarza.

CD Toledo: Fernando, Carrobles, Miguel (Pimi, m.82), Garoz, Peña (Berrio, m.46), Rafa, Rojo, José Luis, Alejandro, Bermúdez y Mayo.

Árbitro

Rodríguez Torrico, ayudado por Torres Aguilar y Jiménez Hidalgo. Incalificable el principal. Más que un juez que impartía justicia parecía un dictador durante los noventa minutos que duró el partido. Muestra tarjetas por sólo mirarle y en cualquier momento puede provocar cualquier disturbio. En lo técnico, mejor que otros. Doble tarjeta para Mayo, minuto 32, y García Baratas, minuto 76, ambos expulsados, y amarillas para José Luis, minuto 11, Almarza, minuto 18, Peña, minuto 42, Maya, minuto 63, y Miguel, minuto 72, así como para el masajista local en el minuto 75.

Comentario

Fuensalida y Toledo empataron acero goles en un encuentro que presentó dos ocasiones claras por bando, con dominio en distintas fases agobiante del cuadro de casa, no excesiva calida y sí entrega, ardor, fuerza, lucha constante por no dar su brazo a torcer por ambos cuadros. Entremedias, cuatro apuntes para el recuerdo, Fernando salió un partido más en El Parque imbatido, los delanteros de uno y otro equipo perdieron la disputa con los defensas, Calderón sigue ofreciendo sorpresas, al tiempo que aún no ha perdido encuentro alguno, y a Arguedas se le aleja la posibilidad de rasurarse el bigote y, como postre, pitó Rodríguez Torrico, y donde él va, los expulsados o tarjeteados salen por doquier. Fue más protagonista que fuensalidanos y toledanos.

Los planteamientos, aunque parecían iguales, no fueron ni siquiera comparables, porque si en el Fuensalida, Sarraseca estaba solo arriba, y Javi, Almarza o Lupo apoyaban sus acciones con el balón controlado, en el Toledo, Garoz y Bermúdez trataban de fijar a toda la zaga, con Miguel jugando más suelto y merodeando ahora por aquí, luego por allá, y después, cuando la rigurosa expulsión de Mayo, en tareas de desgaste en el centro del campo. Maya, Martín, Salido y Balmori, sin alegrías atacantes, y Carrobles, Rojo, José Luis y Mayo, lo mismo, teniendo el apoyo de Peña, eran variaciones distintas, pero similares, en cuanto ningún equipo fijaba el balón ni la posición en el campo.

Los locales, quizás obligados moralmente por jugar en casa, ganaban la mayoría de los balones en la parcela central, con lo cual la presión era fuerte, gracias a la tremenda brega de Almarza, Javi o los intentos de los zagueros por empujar hacia delante al solitario Sarraseca, o al deficiente Lupo, ya que Borja y Martín no creaban todo el juego que quería Arguedas. Como la defensa toledana –José Luis estuvo asentadísimo- no cometía despistes, todo era querer y no poder del Fuensalida por adelantarse, también porque Fernando fue el de las mejores tardes.

Un disparo de Bermúdez, minuto 8, tras rápido contragolpe, lejos de los tres palos, una falta botada por Lupo, minuto 12, con rechace de Fernando y tiro a bocajarro del listo Sarraseca, que volvió a repeler el meta, un corner botado desde la derecha y tiro de Almarza, minuto 37, en jugada ensayada que repelió la cruceta, o un cabezazo desviado de Rojo, minuto 31, a la salida de un saque de esquina, pudieron cambiar el signo del encuentro, que sufrió una completa metamorfosis cuando Mayo fue dictatorialmente expulsado por el árbitro.

Y es que en superioridad, y con Baratas canalizando el juego ofensivo ocal, el Fuensalida mantuvo una lucha contra sí mismo por batir a Fernando. Su esfuerzo fue baldío, aunque los intentos fueron supremos.


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