Ni los aficionados más pesimistas al fútbol podían dar crédito de lo que acababan de presenciar, una vez finalizado el encuentro disputado por CD Toledo ante el CF Gimn. Alcázar. Cuando ya todos comenzábamos a abandonar nuestros asientos en el campo dando por bueno el empatito que nos permitía, al menos, no alejarnos demasiado de nuestro adversario, nos llegaría una vez más el contenido del cubo con agua fría, disfrazado de gol, que nos dejaba enmudecidos a los seguidores locales haciéndonos salir, una vez más, con la triste sonrisa de gilipollas.

Y es que no era para menos. Quien más y quien menos se prometía en ese instante no querer saber nada sobre este tan extraño e injusto como apasionado mundo del fútbol ¡Qué ingrato, Señor!; qué difícil se está haciendo el darnos alguna satisfacción completa a los sufridores verdiblancos quienes ayer, una vez más, acudíamos al estadio convencidos de que nuestro equipo dejaría muy claro que esta vez sí va en serio y que es un claro aspirante al ascenso de categoría ya que, esta temporada, otra cosa no nos puede valer.

Probablemente peque de falta de humildad por mi parte, pero me duele mucho reconocer que pudiera tener razón cierto técnico que en la última temporada tuvo a su cargo la dirección técnica del Toledo, cuando manifiesta que este equipo no es mejor que el del año pasado lo que, a mi modo de ver, tampoco beneficia su carrera profesional porque, no siendo - según su opinión - superior, sí parece evidente que, al menos, juega mucho más que cuando él lo dirigía.

Es un tópico, pero no menos cierto que, los fallos, los muchos fallos que se cometen, acaban pasando factura. Una pena; porque ni el Alcázar, ni el Guadalajara, ni el Tomelloso, -por no decir más- han mostrado, a mi modo de ver, ser superiores al Toledo. Sin embargo, ¿cómo una defensa que conserva la mejor línea que tenía el Toledo el año pasado, reforzada por elementos tan expertos como Magano, puede cometer tantas torpezas? ¿Y la portería defendida por un extraordinario guardameta como es Yuste encaja tantos goles por alto y procedentes de sendos cabezazos del contrario?

Si queremos intentar el ascenso, algo habrá que hacer. Hay tiempo, porque este año no nos valen excusas ni pretextos ya que así quedó establecido entre las altas esferas del club. No caigamos en la simpleza de que ahora viene lo bueno porque nos tocan “los débiles”. Esa canción ya la conocemos de sobra. Esos “débiles” se lo pondrán muy crudo al CD Toledo, precisamente, por ser quien es. Un Toledo que partía como gran favorito no podía fallar tanto ante quienes se supone van a ser sus más directos rivales.

Se dijo que había una plantilla compensada y con repuestos ¿Sí? ¿Dónde está el de Recamán, por ejemplo? ¿Se piensa dar alguna oportunidad a Edu Benito? ¿Tan mal lo estaba haciendo Nieto al que se saca del equipo cuando mejor lo estaba haciendo? ¿Mejor Montano que Isaac? Por cierto, ¿qué tal César en el Torpedo? Los ensayos, mejor durante los partidillos entre semana, ¿no?

Admito que todavía estoy “caliente” del varapalo de la tarde porque apenas han transcurrido las horas precisas para el enfriamiento de ánimos desde que terminó el partido contra los alcazareños. Debiera esperar por mi parte un par de días hasta que se me pasara el enfado y así poder expresar mis opiniones al respecto con más calma; no obstante, prefiero dejarlas reflejadas con la autenticidad que siente este aficionadillo de a pié ya que es, precisamente, lo que se pide en mi modesta colaboración para tal labor. Técnicos analistas y sabedores de fútbol ya los hay de sobra y para ellos dejo el frío aunque sabio y preciso comentario que pondrá todo en inmejorable lugar.

Porque, jugar se juega de película, eso no hay quien lo ponga en duda. Pero, parodiando al conocido clásico: “¡Jugar bien perdiendo o jugar mal ganando: he aquí el problema!” Lo que yo quiero es salir de tercera división cuanto antes, a costa de lo que sea y como sea; por supuesto, si es jugando bien, mejor que mejor, pero si no…

Quien suscribe, tras el partido contra el Tomelloso, haciendo alarde de un esforzado optimismo por aquello de mantener alta la moral, manifestaba en este mismo espacio que no había lugar a alarmas ni preocupaciones. “No pasa nada”, me decía; sin embargo, tras lo visto la tarde de este domingo en el Salto del Caballo permítaseme un retoque a tal aseveración: “De verdad, ¿no pasa nada?”