Quizás esa forma de ser de Cuqui es la que permitió al CD Toledo pasar en la tanda de penaltis la tarde-noche contra el Vélez.
Analizad el momento. Todo estaba a nuestro favor porque dependíamos de que el balón entrara. Pero había que hacerlo. ¿Quién se atrevía a ejecutar la pena máxima? Parece ser que hubieron quienes se negaron a hacerlo porque la responsabilidad era tremenda. Y, mira por donde, el vago, el pasota de Cuqui, sale al ruedo, como si nada, coge el balón con una mano, lo coloca en el punto fatídico ante el expectante silencio y la mirada de seis mil personas pendientes de él, y con la frialdad pasmosa que le caracteriza, engaña al portero y.... ¡¡¡¡gooooooollllll!!!
¡Anda que si falla....! (Pues el primero que lo hubiera puesto más verde que la camiseta que llevaba hubiese sido yo)